Caminos. Certezas. Excusas… Buscamos todo en todos los sitios. Y también buscamos entodos los momentos. Siempre buscando. No dejamos nunca de buscar. Cada día nos movemos tras el hallazgo de ese tesoro infalible: Respuestas. Es decisivo, necesario y obligado buscar. Es el motor principal de todo. O de casi todo. Es ese verbo que nos llevará un poco más lejos. En ocasiones, buscamos donde sabemos que nada vamos a encontrar. Yo, una vez, quise buscar al Che (nunca pude encontrarlo). Conozco algunos que buscan demasiado en su pasado y así se les va el presente (que luego también querrán buscar). Otros se obcecan en buscar un futuro que aún ni siquiera conocen. Pocas veces buscamos el hoy. Y ya casi nadie busca “silencios”. Sí hay, no obstante, quien busca (y colecciona) «huidas». Y otros que se han convertido en buscadores expertos de “piezas” de un rompecabezas que no es el que imaginan (y quizás, por eso, el puzzle sigue incompleto). Conozco a alguien que lleva ya un tiempo buscando lo que, sencillamente, ha de aparecer. Y otro –gran amigo– que temía buscar su destino. Hemos aprendido que hay que buscar, buscar y buscar lo que nos gusta, nos apasiona y nos atrae. Y, especialmente, buscar lo que nos falta. Eso es lo que más buscamos: Lo que no tenemos. Y de tanto buscar… No dejamos que nos encuentren. P.D.: “A veces me pregunto por qué los pájaros permanecen en el mismo lugar cuando pueden volar a cualquier lugar en el mundo. Luego me hago exactamente la misma pregunta”. (Harun...
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